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viernes, 26 de junio de 2009

Relato de un finisher en Lanzarote que ha cumplido su sueño

Aquí os dejo la crónica de Francis después de haber acabado el iroman de Lanzarote. Espero que quien en estos días se tenga que enfrentar a ello le anime y que aunque se sufre mucho merece la pena.

“EL DÍA QUE FUÍ DE HIERRO”

El pasado 23 de Mayo más de 1300 personas de todas las partes del mundo se dieron cita en una isla volcánica cerca de la costa noroeste africana para recorrer 3.8km a nado, 180km en bicicleta y 42.2km corriendo en un tiempo límite de 17 horas, es decir, se disputó el Ironman de Lanzarote.

Entre tantos participantes había de todo, desde los Pros y experimentados corredores a los novatos en la distancia, entre los que me encontraba yo, éste sería mi 5º triatlón, y desde luego el de mayor distancia con mucha diferencia, lo que no hacía más que aumentar mi nerviosismo, que según el momento variaba entre el respeto y el “pero donde me he metido yo?”, y a mejorar este estado no contribuía precisamente el pasarte el día viendo gente seca y con unas bicis de escándalo.


Pero aunque con nervios también se disfruta del ambiente y de la compañía de otros triatletas, especialmente de mi compañero y guía espiritual en esto del Ironman, Santi Larroque, y por supuesto de mi pareja, Laly, a la cual agradezco que me acompañase en este periplo, sin ella no hubiese sido lo mismo.

Y entre nervios y expectativas llega el día D, el despertador suena a las 5, pero hace rato que no concilio el sueño.

Tras el desayuno salimos del apartamento, todavía es de noche, hemos quedado con otros corredores para ir a boxes, se ven sonrisas nerviosas. Me sorprende a mí mismo el no estar especialmente nervioso, estoy un poco ajeno a todo, como en una burbuja. En boxes los últimos preparativos, a ponerse el neopreno y para la playa, en el control de entrada a la playa me encuentro con Félix, del Triatlón A6, charlamos un poco y ya en la arena nos despedimos deseándonos suerte.

Yo me coloco en la parte de atrás del grupo, mi nado es lento y quiero una salida tranquila. Cerca de mí se despide una pareja (corren los dos) con lágrimas en los ojos, debe ser bonito, pero también duro correr ambos, no saber como va tu pareja, si estará bien o si estará sufriendo. Tras unos minutos de tensa espera se da el bocinazo de salida (7:00 de la mañana), el grupo va avanzando hacia el agua, impone mucho ver en la todavía grisácea luz del amanecer como el mar hierve con el chapoteo de más de 1300 nadadores, si hubiese sido creyente creo que me hubiese santiguado, comienza la natación, de momento tranquilo, por aquí atrás no hay jaleo, pero la primera boya está muy cerca y a pesar de abrirme bastante en el giro hay encontronazos y manotazos, en el grupo principal ha tenido que ser una batalla, los metros se suceden pero es difícil saber el ritmo de nado, pero tampoco me preocupa, quiero nadar tranquilo y sin complicaciones, el grupo se va estirando y cada vez puedo ir mejor a mi ritmo, aunque siempre te cruzas con alguien de vez en cuando. Hay que dar dos vueltas, y entre una y otra hay que hacer unos metros por la arena, donde hay un control de chip, hay muchísimo público, que no deja de animar, la segunda vuelta es más tranquila y puedo disfrutar más, se ven bastantes peces, la verdad es que es bonito nadar en el mar. Cuando me quiero dar cuenta está ahí la última boya, último giro unas cuantas brazadas más y se acabó la primera parte. En principio pienso en subir andando hasta boxes, pero el ánimo del público hace que sin pensarlo me ponga a trotar, el sol todavía no calienta, pero el público da calor.

Hago una transición lenta, tras salir del agua tengo un “globo” majete y estoy espeso, me cambio de ropa voy hasta la bici y al paso de la línea que marca el comienzo del sector ciclista, arriba, a los pocos metros paso frente a los apartamentos en los que nos alojamos, y ahí está Laly esperando, paro para dale un beso y a pedalear, por delante 180km por la volcánica orografía lanzaroteña. Comienzo muy tranquilo, no me quiero dejar llevar, la carrera es muy larga y no quiero castigar las piernas antes de tiempo, por lo que no me corto nada en llevar desarrollos sueltos, me pasa algún corredor, a otros les paso yo, pero pronto comienzan las cuestas, y en éstas el balance neto siempre es positivo, por lo que hay que evitar emocionarse y seguir a ritmo, cada uno a lo suyo. Los avituallamientos están aproximadamente cada 20km, y mi intención es acabar el bidón de sales antes del primer avituallamiento, para recuperar el tiempo que en la natación no he podido aportar nada al cuerpo. Al paso por Yaiza comienza a chispear, ya sería mala suerte que nos lloviese en Lanzarote, pero al final se queda en eso, y las nubes van dejando cada vez más espacio al sol a lo largo de la jornada. Al pasar por el desvío a Timanfaya ya hay gente que ha terminado todo el bucle de El Golfo y va hacia Timanfaya, van como motos, ya me sacan 30km!!!. Yo sigo a lo mío y comienzo el bucle, al paso por “los hervideros” el viento nos da totalmente de frente y sopla con fuerza, parece gritar “esto es Lanzarote”, aunque a pesar de ello esta parte me encanta, campos de negra lava que terminan en el mar formando acantilados basálticos, una pasada, y esto hace que no tenga la sensación de quemado que suelo tener cuando entreno con viento, además debe de ser que está tan asumido que en Lanzarote nos va a soplar, que lo raro sería que no lo hiciese, el viento es parte de éste Ironman, y junto a los 2551m de desnivel acumulado hacen que sea conocido como el más duro del mundo. La vuelta del bucle se hace rápido, con el viento a favor, algo cruzado pero en general favorece. Ahora viene uno de los tramos míticos, la subida a Timanfaya, una larga recta que pica hacia arriba, cruzando un inmenso campo de lava, con el viento de frente, suena duro, pero aquí empiezo a verme más metido en carrera, este tramo lo he visualizado infinidad de veces, atravesando “Mordor”(es lo que me viene a la cabeza en este sitio), y cada vez voy disfrutando más. En este tramo doy alcance a Félix, va tranquilo pero contento, intercambiamos algunas palabras y seguimos a lo nuestro. Al coronar el viento nos pega con más fuerza y en la bajada nos entra cruzado, por lo que paso de acoplarme en un tramo que sería bueno para ello, no me quiero jugar una caída. Ésta será la tónica hasta llegar a Tinajo, donde otra vez nos da totalmente de frente, en éste tramo es donde más evidente es la fuerza del viento, que hoy viene totalmente del norte (lo habitual es del noreste), por lo que a pesar de que el terreno desciende claramente hacia La Santa hay que dar a los pedales. Tras pasar La Santa tenemos un pequeño tramo de subida con el viento de cola (así da gusto), en el cual doy alcance a Ana, la pareja de Noé, otro compañero que también corre, va tranquila, pero contenta, manteniendo los vatios para no pasarse, le deseo suerte y sigo. Camino de Famara el viento es muy fuerte y nos da totalmente de costado, por lo que hay que ir “apoyado” en él, este tramo para mi es un poco tenso, por lo que a pesar de picar para abajo no quiero pedalear fuerte por si un golpe de viento me da el susto, es una pena porque no puedo disfrutar mucho de la magnifica vista que se ofrece de los acantilados de la costa norte de la isla. Pero como hoy es un día mágico, para endulzar este momento aparece un cuervo que durante unos breves pero intensos segundos vuela junto a mí, a mi misma altura y a muy pocos metros, es una pasada, por un momento parece que estoy volando. Al llegar a Famara viramos al sur y ahora el terreno va subiendo continuamente hasta el mirados de Haría, pero en esta primera parte el viento nos ayuda, hasta llegar a un cruce en el que giramos a la izquierda, el terreno gana pendiente camino de Teguise (antigua capital de la isla), desde aquí hasta el mirador del Río, es el tramo que más he disfrutado con la bici, como un niño. Al entrar en Teguise tenemos una buena rampa, hay que pedalear de pie sobre la bici, pero el público anima mucho y además hay una batucada, que hace que sea imposible no venirse arriba. Aquí está Kaito, otro miembro del Triatlón A6, que desgraciadamente se lesionó a tan solo una semana de la prueba (eso si que es duro, y no estas cuestas), le grito, pero no se si me reconoce, sigo subiendo y el disfrute va “in creschendo“. Ya vamos camino del mirador, el cielo está muy cubierto en esta zona y el aire fresquito, pero no se pasa frío, no puedo evitar sonreir de oreja a oreja, estoy cumpliendo un sueño y disfrutando como no me lo había imaginado. En la subida al mirador de Haría paso a bastantes corredores, tengo muy buenas sensaciones y no me cuesta nada subir, con buena cadencia, incluso en la parte final, más recta y donde el viento pega bien, me encuentro muy animado. En lo alto del mirador está el avituallamiento personal, y aunque me lo entregan en mano prefiero parar para comer algo, además la bajada del mirador no es el mejor sitio para ello. Al parar me encuentro con Ricardo, otro triatleta madrileño que se aloja en nuestros apartamentos, va tocado, así que no está muy animado. Tengo un sándwich de jamón y queso, para meter algo de comida de verdad al estómago, pero solo me como la mitad, no me apetece comer, y prefiero no obligar al cuerpo, me guardo la otra mitad por si me apetece en la segunda transición. Disfruto de las magnificas vistas que tenemos desde aquí arriba y sin más dilación me despido de Ricardo y comienzo la bajada del mirador, con unas revueltas muy cerradas, es una bajada muy guapa, pero hoy no es el día de arriesgar, así que bajo tranquilo y sin sobresaltos. Al finalizar la bajada nos viene una cuesta corta pero intensa, que en frío sienta fatal, pero se pasa sin mayores dificultades. Ya queda poco para comenzar la última ascensión destacable de la jornada, el mirador del Río, y tras pasar por Ye da comienzo con lo que creo que es la rampa más dura del recorrido, es corta, pero aun con todo metido hay que ponerse de pie y darle con ganas, y las piernas me responden muy bien, sin síntomas de fatiga, a pesar de llevar ya unos 115km. En este tramo la carretera es preciosa, muy estrechita y con un pequeño muro de piedra a los lados, y en breve se pega al borde del acantilado, ofreciendo una vista espectacular sobre la isla de La Graciosa y un mar azul turquesa que corta la respiración. Pasa una ambulancia con bastante prisa y pienso en la rápida bajada del mirador, espero que no se haya piñado nadie. La subida es dura, pero con estas vistas ni se nota, voy pegado a la izquierda de la calzada para no dejar de ver esta maravilla de paisaje, joder que esto no se acabe, que no llegue el mirador, pero todo llega, y para compensar la pérdida de esas vistas viene una larga y rapidísima bajada y muchos kilómetros con el viento de cola, estamos en el extremo norte de la isla, así que salvo algunos kilómetros ahora el viento nos será favorable. Tras la bajada a Arrieta la carrera discurre por una carretera muy favorable para acoplarse, pero en mi caso lo hago poco, tengo una contractura en la espalda (la de siempre en las tiradas largas) que me empieza a dar guerra, además después del rato casi místico de la subida al mirador del Río, este tramo se me hace monótono, y aunque me encuentro razonablemente bien, tengo ganas de cambiar de tercio. En Tahiche giramos a la derecha para subir a Nazaret, pero lo malo no es la subida, es el viento que nos vuelve a dar de cara, pero como no es nuevo pronto coges tu ritmo y a por ello. En Nazaret entramos en una “carretera” con un asfalto horrible, para saltar empastes, no son muchos kilómetros, pero a estas alturas joden. Ya en un asfalto decente pasamos por el Monumento al Campesino, ahora recorremos una zona de viñedos, que en esta tierra crean un paisaje peculiar, donde contrasta el verdor de las vides con el negro de la tierra. Los kilómetros se suceden rápido y ya se huele el final, nos queda una pequeña subida muy llevadera y la bajada hasta la costa de Puerto del Carmen, parte de la cual discurre por una pequeña carretera muy rápida y divertida. Entramos en Puerto del Carmen y el último kilómetro aproximadamente discurre en paralelo al recorrido del maratón, ya hay mucha gente corriendo, yo no se que tiempo llevo, no he mirado ni tiempo, ni hora, ni velocidad media, he querido ir por sensaciones y reservando, queda un maratón por delante para vaciarse. Antes de entrar en boxes veo a Laly esperando, unas palabras de ánimo y en escasos metros suelto la bici.

Ya “solo” queda el maratón.

Hago la transición tranquilo, me cambio por completo de ropa, poniendo especial atención en los pies, no quiero que una rozadura o una ampolla hagan esto más duro de lo necesario. Ahora si me pongo el crono, para correr si que me gusta llevarlo, y al ver la hora que es veo que voy mejor de lo que en principio preveía. Comienzo a correr con una zancada económica, hay que gastar lo menos posible, y a estas alturas los calambres están al acecho. Estoy muy animado y no tengo las piernas congestionadas, enseguida veo a Laly esperando, me paro a darle un beso y le digo que voy bien, para ella también es un día duro, me emociono y se me hace un nudo en la garganta. Sigo mi camino con buenas sensaciones, me voy fijando en la gente, cuantas pulseras llevan (marcan las vueltas que llevas), y voy buscando caras conocidas que vengan en sentido contrario, así te entretienes. Al rato me cruzo con la cabeza de carrera, van como motos, y ya están en su última vuelta, al menos he empezado a correr antes de que ellos acaben. Llego al punto de giro, donde miro el reloj, voy muy bien de tiempo, me siento muy animado, casi eufórico, pero me da miedo, no quiero pasarme de ritmo y explotar, ya se ve a bastante gente andando y con muy mala cara. Al poco de pasar el punto de giro me cruzo con Santi, me lleva algo menos de una vuelta de ventaja, se encuentra bien (es un superdiesel), pero me saca menos de lo esperado. Sigo fijándome en la gente, aunque con las gafas y la gorra es difícil reconocer a nadie, pero poco a poco vas viendo gente conocida, los “Lozoyuelos”, Andrés, Ruth, Ricardo, Ana, Félix…., al que no logro ver es a Noé, espero que no haya explosionado. Ya casi tengo la primera vuelta completada, y mantengo el ritmo con facilidad, dentro de las circunstancias, en los avituallamientos paso andando para poder beber bien, sobre todo bebo coca-cola (azúcares, cafeína). Laly está cerca del final/comienzo de cada vuelta, por lo que entre eso y el ambientazo de la zona de meta (mucho público, música), cada vez que paso por aquí me da un subidón, y hay que tener cuidado de no pasarse de vueltas. En esta segunda vuelta mantengo el mismo ritmo, voy para hacer 3:35-3:40 en la maratón!, no me lo creo ni yo, ni en mis mejores pronósticos, pero queda mucho y puede pasar de todo, a medida que pasa el tiempo cada vez hay más “zombies” en el recorrido. Terminando la segunda vuelta alcanzo a Andrés, que en este momento me saca una vuelta, charlo un rato con él y continuamos cada uno a nuestro ritmo, aunque es prácticamente idéntico. Al completar la segunda vuelta cruzo el ecuador de la carrera, las piernas pesan pero sigo con buen ritmo, vamos a por ello!! La verdad es que la carrera se me está pasando muy rápido. Ya en el regreso de esta tercera vuelta las piernas van doliendo y aunque mantengo el ritmo tengo miedo de los calambres, por ello voy tomando algunas pastillas de magnesio, también como algo de plátano, pero no quiero meter mucho sólido al estómago por si acaso, son muchas horas de esfuerzo y el cuerpo está muy sensible. Al comenzar la cuarta y última vuelta me cruzo con Noé, que ya va directo a la meta, le veo muy bien, va ha hacer un buen tiempo. Sigo muy animado, ahora soy de los afortunados que llevo tres pulseras. Al poco me cruzo con Santi que va directo a por su 4º Ironman, enhorabuena Santi!. En esta vuelta las piernas duelen y me cuesta mantener el ritmo, debo apretar los dientes en más de un tramo, pero lo disfruto, estoy haciendo un sueño realidad y voy saboreando cada minuto de carrera, a pesar de que en algún momento es tentador dejar de correr y andar, pero es solo una tentación, no una necesidad. Paso el último avituallamiento, queda poco más de un kilómetro para la gloria, que subidón!!, ahora no me pesan las piernas, ni me duelen, parece que podría seguir corriendo hasta el infinito. Veo a Laly, que está muy contenta, paro a darle un beso y sigo directo a meta, me emociono, hoy es un día de sentimientos intensos. Ya tengo el arco de meta a tiro de piedra, hay un montón de público que anima muchísimo, los últimos metros los hago abriendo los brazos, estoy en una nube, la comentarista de meta me nombra, y tras 12 horas 7 minutos 29 segundos paso la línea que me convierte en finisher Ironman Lanzarote 2009.

Me colocan la medalla y el director de carrera, Kenneth Gasque, me da la mano, como a todos y cada uno de los finisher, del primero al último, un detalle por su parte. Ahora ando un poco desorientado, estoy que no me lo creo, me da que voy a tardar un tiempo en asimilarlo.

Lo he conseguido y he disfrutado mucho más de lo que pensaba que lo haría, me siento feliz y realizado y eso me genera una sensación y unos sentimientos que no puedo describir.

Pero el Ironman no es solo mío, detrás están todos aquellos que me han apoyado, animado, sufrido y creído en mi, y me refiero a mi pareja, amigos, entrenadora, familiares y compañeros, a todos ellos gracias, va por vosotros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

MUCHA SUERTE MAÑANA EN EL CAMPEONATO DE ESPAÑA. ESPERO QUE TENGAS EL PIE MEJOR.CUIDATE MUCHO. SALUDOS DE MONTSE DE BARCELONA.

fatimabl dijo...

Muchas gracias.

El pie ya es un pie y ojala los antibioticos y antinflamatorios no me hayan tocado mucho y puedo cumplir yo también un sueño